LA HIJA por José Guillermo Talavera Lucero

El movimiento involuntario vibratorio de sus párpados le indicaba que se aproximaba una crisis, así era desde hacia unas semanas cuando lo descubrió en su cama a solas, mientras dormía algo se acercaba lentamente. Fue un viernes, día en que según su madre era el indicado para la lectura de las cartas, después de la escuela y unas horas en la oficina donde trabajaba como capturista llegaba a su casa, cenaba con alguno de sus cuatro hermanos, se aseaba, veía un poco de televisión y con su hermana menor se dormía, desde muy niña fue miedosa, tímida, esa noche cuando ya toda la ciudad parecía en silencio, ella se despertó o creyó despertarse, instantáneamente el miedo sin saber de donde llegaba, la paralizó, quieta, sin poderse mover, sintió como un gran bulto de carne, pelos y garras se colocaba sobre ella, no podía gritar, ni moverse sólo se abandonó y procuró pensar que estaba en otro lugar, en otro espacio, en otra situación, pero no podía evitar sentir el cuerpo amorfo que tenia encima de ella, después de un tiempo se perdió entre sus sueños, a la mañana siguiente despertó alterada, enojada, revisó entre sus sabanas y todo estaba normal.

Fueron varios años los que pasaron hasta que su madre le confesó que había sido producto de una violación, desde entonces fueron disminuyendo sus miedos pero ella se transformo en una mujer dura, enojada y egoísta.

José Guillermo Talavera Lucero


“Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”


DESPUÉS DE COMERCIALES por Carlos Piedrahita

No lo viví, me lo contaron. Parecía una historia de terror, de esas que suelen contarse en noches de fogata. Estaba oscuro y una voz narraba los hechos, una luz intermitente dejaba ver imágenes que ilustraban la historia.

No sé si me quedé congelado o la imagen se detuvo o se hizo más lenta, o los gritos y gemidos del niño hicieron que le prestara realmente atención a lo que estaba(n) pasando. Lo primero que vi, cuando los sollozos llamaron mi atención, fue la imagen de un niño sentado en un andén. Lloraba y miraba hacia el horizonte de lo que parecía una calle de un pueblo fantasma. Su mirada caía nuevamente mojando los pequeños zapatos de tela que parecían recién estrenados. Estaba bien vestido, como si de una ocasión especial se tratara. El círculo que describía la mirada entre el horizonte y los zapatos parecía interminable.

El ruido del motor de un pequeño camión acompañado de un tumulto de personas que se aglomeraban a su alrededor semejando un enjambre de abejas, hizo saltar al niño, como si un resorte lo hubiera lanzado por el aire.

Cuando el camión se detuvo, el niño se abrió paso entre la gente, se detuvo frente a las estacas del camión y reconoció a su padre entre otras personas que yacían en el piso del camión. “Papito porque estas durmiendo allí” le decía mientras se aferraba a los barrotes de madera. “Papito despiértese” le decía en tono suave. “por qué no te despiertas papito, yo quiero que me hables” imploraba la voz entrecortada del niño. “Papito por favor dime algo” insistía la voz que se hacía más fuerte. “Levántate y vámonos a casa”, ahora la voz del niño parecía dar órdenes entre sollozo y sollozo. De repente un descubrimiento hizo que el niño se enfureciera aún más, ahora no contra su padre, sino contra el vacio, contra el silencio. Quien te quito la piernita gritaba el niño y después en tono tranquilizador le decía a su padre: “despiértate que yo te ayudaré a caminar.”

Un movimiento brusco de la cámara que la sacó de la escena me hizo comprender que no era yo el único que se había quedado congelado con el acontecimiento. Las imágenes se esfumaron al igual que el niño y la voz que trataba de ilustrar en forma mecánica lo que las imágenes mostraban cambió de tono mientras decía, quizá irónicamente, “no se queden dormidos volvemos después de comerciales”.

Carlos Piedrahita


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El RACIMO POR LA MITAD por Angeles Pereira

Los niños tienen hambre, mi mujer me reclama que asalto a personas sin dinero, que soy flojo pero es que en este pueblo quién va a tener dinero, la fábrica cerró después que la robamos e hicimos el gran fuego, bailamos como diablos alrededor de la candela, todo en llamas explotando y haciendo ruido. Llamo al Wilmito para que me acompañe al cambural, la hacienda de Ño Candelario, ese viejo desgraciado, la tiene cogida conmigo desde que no lo ayudo a desmalezar. El Wilmito acaba de salir de la cárcel y me dice que ahora forma parte de la banda del Tren de Aragua, que ya no roba cambures, que suyo son los secuestros y brindar protección, quedamos en reunirnos. Me voy con mi hijo mayor, entramos de noche como gatos, y cortamos varios racimos de cambures por la mitad. Ahora me dicen que Ño Candelario montó en furia, que me cuide porque contactó a los del Tren de Aragua, pero yo soy amigo del Wilmito, él me protegerá… Es de noche y el niño no regresa de la escuela, mi mujer está preocupada, me grita que vaya a buscarlo, al abrir la puerta tropiezo con el cuerpo de mi hijo, está colgado por los brazos picado y por la mitad, el Wilmito grita de lejos: «el otro pedazo cuelga del puente que va pa´Caracas”.

*Cambur: voz venezolana para el banano.
*Cambural: zona sembrada de matas de cambur.
*Tren de Aragua: banda de delincuentes conformada por más de doscientos malandros, una de las más grandes de Venezuela, opera en el Estado Aragua y en otros Estados colindantes.

Angeles Pereira


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EL MALDITO por Maria de los Angeles Ortiz Espinoza

Se arrastró con pena doliente hasta su refugio. No podía andar y apenas podía mover sus miembros ultrajados por aquel inmenso ardor que aún le corroía el cuerpo. De su piel no quedaba nada; de su carne permanecía sólo un lamentable esbozo chamuscado de lo que había sido un atlético cuerpo vigoroso. El rencor permanecía, se aferraba a su ser en cada blandengue movimiento que intentaba realizar. El dolor y la rabia lo impulsaban a avanzar, a permanecer; el recordar los gritos de esa muchedumbre colérica que pedía su exterminio por saberlo ajeno. Sí, él era un otro, un maldito, un radiante brujo que se había tornado repulsivo a causa de las brasas.

Se arrastró, continuó arrastrándose hasta entrar es su guarida y alcanzar el espejo: no deseaba otra cosa que percibir en sus aún brillantes pupilas lo que esa horda de imbéciles habían hecho con él. Al ver su reflejo derramó la última de sus lágrimas, una impura, siniestra, una gota de agua salada impulsada por la más detestable de las sensaciones; un ardor distinto le había hecho olvidar el daño físico y sus pensamientos se concentraron en deshacerse de los ignorantes que habían temido al hechicero; de los envidiosos que, al no tener su poder, decidieron acabarlo o intentar hacerlo. Estúpidos: jamás perdería los hechizos, hacia falta más que un par de troncos y un incendio para desterrarlo del mundo. Su belleza se había ido, pero su magia no: él era un mago que aún resplandecía a costa del rencor.

La venganza es vulgar, pero aquello resultaba irrelevante para su odio: todos irían a al hoguera, todos perecerían en el inclemente ardor del fuego.

Angeles Ortiz Espinoza


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EL CADEJO DEL CEMENTERIO GENERAL DE COMAYAGUELA por Nadia Almendares

Esta historia transcurre a principios de siglo XX, en la ciudad de Comayagüela, se cuenta la historia de Clementina Suarez, una jóven de temple y de peculiar belleza. Clementina tenía la costumbre de visitar a su tía abuela Eduviges Cáceres, cada viernes por la tarde, en los alrededores del Cementerio General. Al terminar la visita su tía abuela le daba la bendición y le susurraba al odio –no dejes que los silbidos del viento te lleven, pueden ser engañosos-; Clementina sutilmente sonreía. Llegada la tarde de un tres de Febrero, Clementina perdió la noción del tiempo en una de tantas visitas, le agarro la noche en el camino, justo frente a la entrada del Cementerio General de la ciudad Comayagüela. En su caminata escucho un leve silbido muy sutil, casi acariciándole las orejas. Volteo para ver que era el susurro, giro su rostro hacia la puerta del Cementerio y vio la silueta de un perro blanco; quien gemía, como extraviado. Clementina ignorando los consejos de su tía abuela, decidió auxiliar aquel animal, al acercársele sigilosamente solo vio un destello rojo. Desde aquel entonces no se supo más de Clementina, los pobladores Comayagüela comentaban que aquella muchacha de bella rareza había sido poseída por el Cadejo de las muchachas vírgenes.

Nadia Almendares


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EL DETECTIVE por Eduardo Rocha Galván

El DETECTIVE

El sueño que acababa de interrumpir era sobre la víctima veintiocho y a Navarro le supo, de algún modo, premonitorio; en él, una bestia humanoide y de tonos grisáceos perseguía a una chica –rubia, como las demás– por callejones oscuros hasta obligarla a entrar en un edificio abandonado, donde la criatura asesinaría a la chica para saciar su hambre y necesidad. Navarro había despertado en su despacho, exaltado, hizo una llamada y tras tomar su revólver salió en busca de solucionar aquel caso que ya le había tomado tres meses y grandes cuestionamientos a sus habilidades y capacidad.

Algunos de sus enemigos aseguraban que Navarro había perdido lo de detective debido a cuestiones del corazón. Tuvo que romper varias caras para que aquellas habladurías terminaran, aunque bien sabía que guardaban algo de cierto.

Al entrar al edificio encontró a la criatura encima de lo que quedaba de la chica (Navarro entendió, por ejemplo, las mutilaciones, las mordidas y arañazos, la falta de pechos, de rostro; esa aparente facilidad con que habían sido destazadas esas pobres mujeres).

Sacó su revólver y, aprovechándose de la posición de la criatura, disparó. Atinó al costado izquierdo y Navarro también sintió el dolor. No soltó su arma, la sostuvo con una sola mano y dedicó la otra a contener la sangre que ya salía. Fue así como lo supo. En su mente todo encajó. Sabía que aquellas chicas sí guardaban algo en común, fue sólo que no quiso verlo. Todas ellas guardaban un notable parecido con Sofía, su amada, la prostituta que había vuelto a su pueblo unos días antes de que comenzaran aquella serie de asesinatos.

Eduardo Rocha Galván


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MICRORELATOS DE LOS PARTICIPANTES DEL PRIMER CÍRCULO DE LECTURA. “Lo Monstruoso, Lo Siniestro Y Lo Grotesco En Algunos Relatos De La Guerra: Las Malvinas Como Frontera”.

Dentro del círculo de lectura titulado: “Lo Monstruoso, Lo Siniestro Y Lo Grotesco En Algunos Relatos De La Guerra: Las Malvinas Como Frontera” que fue brindado a través de la plataforma de Taller Multinacional, se analizó la lectura del mismo nombre de la investigadora y escritora argentina María Lara Segade. La lectura analizada nutrió la reflexión práctica de las artes plásticas y de las visuales, ya que se aborda la categoría de lo siniestro y esto tiene aplicación en la teoría estética.

Durante cuatro semanas de análisis de la lectura, se realizaron distintas actividades entre los participantes originarios de distintos países de Latinoamérica tales como México, Venezuela, Colombia, República Dominicana, Costa Rica, Honduras, Perú y Ecuador.

El grupo no solamente se limitó a discutir la lectura seleccionada para este curso, sino que compartieron leyendas, películas, pinturas, cuentos, novelas y relatos de artistas de sus respectivos países, en los que detectaran la presencia de las características de lo siniestro, lo grotesco o lo monstruoso. Lo siniestro, también conocido como lo ominoso, es un término que hace referencia a aquello que debiendo permanecer oculto se hace presente, lo que puede ser familiar y no familiar a la vez, lo extraño, lo horroroso, lo que asusta y atrae.

Numerosos autores han definido y estudiado este término, pero destaca especialmente el texto de Sigmund Freud, quien en 1919 escribió su ensayo acerca de este tema, y que la Dra. Lara Segada retoma para elaborar su texto en el que explica cómo son narrados los seres monstruosos aparecidos en relatos de guerra de las Malvinas: bestias inhumanas, fantasmas, muertos vivos, cuerpos destrozados, etc. que al ser descritos de forma grotesca adquieren un carácter siniestro.

Freud (1919) define lo ominoso como “Aquel espanto que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”.

La actividad final del círculo de lectura consistió en la redacción de un microrrelato, donde los participantes pudieron aplicar las características de lo siniestro, lo grotesco y lo monstruoso analizadas a lo largo del curso. El resultado de esta actividad fue sorprendente, obteniendo relatos ficticios muy bien elaborados con finales inesperados y otros relatos fueron redactados basándose en hechos reales que despertaban en los lectores la sensación de lo siniestro: historias familiares y no familiares que podían conmoverlos y a la vez horrorizarlos.

Espero que disfruten de los microrrelatos que son el producto de cuatro semanas intensivas de trabajo en la lectura y la escritura por parte de los participantes del curso.

María de los Ángeles López Ortega

DRAGONA por Cristal Estrella Villavicencio Salgado

EL DETECTIVE por Eduardo Rocha Galván

EL CADEJO DEL CEMENTERIO GENERAL DE COMAYAGUELA por Nadia Almendares

EL MALDITO por Maria de los Angeles Ortiz Espinoza

El RACIMO POR LA MITAD por Angeles Pereira

DESPUÉS DE COMERCIALES por Carlos Piedrahita

LA HIJA por José Guillermo Talavera Lucero

MOMENTOS COTIDIANOS por Teresita Chavarría

ABRIL MORT por Anny Alexa Parra


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DRAGONA por Cristal Estrella Villavicencio Salgado

DRAGONA

Escurre entre el peine y sus dedos el flagelo plateado que evidencia el paso inevitable del tiempo. Quiere prensarlo.  Se enreda y  se confunde con los otros filamentos que aún conservan su pigmento oscuro. ¿Por cuánto tiempo? Mucho menos, desde luego. ¡Qué remotos ya los días en que la melena era sombra abundante, y la sonrisa no hacía surcos en la expresión!  Cuán lejana y olvidada la costumbre de reír. Ahora, han quedado esculpidas las huellas del carácter en una máscara rígida y dura, cuyo semblante motiva la distancia en precaución. Desprende el hilo, lo observa a contraluz y lee en él sus reflejos, su ausencia de color.  Sopla para hacerlo desaparecer en respuesta a la melancolía. Acomoda en un nudo la completa crin opaca y fibrosa para ocultarla toda en el bonete de pitones. Tocado que le alarga la faz en terrorífica imagen que ante el reflejo le complace y aprueba. Los rasgos finos –avejentados y ensombrecidos— son acentuados con un maquillaje sutil que delinea cada facción que, pese a todo, devela su perenne belleza.

Camina hacia la ventana desde donde mira la maleza que se ha apoderado del páramo. Inhóspito paisaje en cuyos rincones sin podar, agonizan las pasadas ilusiones de amor, aventura, riesgo, pasión y vida. Aniquiladas todas las esencias desde sus capullos, han mutado en espinas y arbustos de resentimiento como fiel imagen de su ánima.

Orgullosa de su espejo extiende sus brazos para invocar sus infiernos y alimentar con ello su perversión –así ocurre a todo corazón aislado—. La ermitaña criatura invoca por la ley de atracción sus pesares. Protegida por espesas capas, ha sepultado toda emoción vital restando a su existencia ligereza. Tonel de ira que la sumerge cada vez en un pozo infinito del que sólo podrá emerger corrupta. A la perdida de gozo, una sombra es toda ella, silueta de aspecto diabólico que se funde en una pieza entre adoquines y muros. A veces el personaje la asfixia. Duele. Duele cada centímetro en que avanza al abismo. Más, no baja la guardia. Es obstinada vigilante de su misantropía. En ocasiones en que se licencia a experimentar pasión, convoca con encantos de nereida,  al incauto mocerío. Tributos de lozanía que ella pierde a paso apresurado, avejentada en la  penumbra de la ira. Recuerda cuando grácil jugueteaba compitiendo con las aves, los insectos y el viento. También cuando amó, cuando en cándido vuelo, nacía inspirador su canto. Al galope del jinete sutiles humedades hacen líneas en su rostro. Más, al percatarse de su debilidad, torna a devorar religiosamente sus mantis para devolverse a su anterior estado de viuda. Ya su naturaleza es acechar y atraer a los furtivos amantes que valientes traspasan el bosque de espinos. Heridos mortales, a veces huyen, y otras perecen en el acto.

Siempre, ella, en condición de perpetua solitaria. Poco a poco son menos los atrevidos. Cada vez y paulatinamente ella se arrima a su condición de soledad senil –predecible… ¿indeseable?—. Los encantos se hacen tenues y ya no hay osados que traspasen febriles los linderos. Lo sabe. Por ello, ahora, acecha exponiendo las corolas lozanas de una doncella que aguarda en sueños. Cual carnada la exhibe a los machos y al hacerlo duele, pues es la moza que le ha arrebatado el suspiro y a la que odia, por ser saldo del crimen en que fue sumergida en el lodo cuando aún vibraba placentero su corazón. Apuñalada su alegría por un ladrón que cobijado en la confianza de su inocencia, operó en ella una conversión diabólica que a su fruto hace mártir. ¿Cómo fue que decidió cobrar venganza en inerme criatura? ¿Cómo es que resguardo la castidad en letargo profundo? Devolviendo el favor, golpe a golpe.

Ahora observa al bridón que con jinete se aproxima a su muerte. Prepara sus afiladas garras y crece su figura transmutada en engendro de fuego. Viejo ritual mortal con que entretiene sus anhelos. Danza en que se exhiben cuchillo, garra, fuego y pecho. Ambos contrincantes se atienden con empeño. Ella deseando la muerte, él anhelando el lecho, y entre pares fuerzas, una tesis: “la durmiente permanecerá en su letargo”, el beso de “amor verdadero” habrá de confirmar el supuesto. Pero, antes de probar lo inefable, el vencido gana con la muerte su descanso y no prueba con los hechos el engaño. ¿No es utopía “amar hasta la muerte”, “amar en plenitud”? Sin embargo, en la muerte  yace el truco: la caída del valiente resguarda la quimera. La dragona lo sabe. Lo afirma desde el instante en que mujer amante, perdió su vuelo, traicionada por aquel a quien abrió sus alas.

Esta vez, la dragona se lamenta,  desearía ser vencida y comprobar lo inverso. Está agotada ante su espejo y aunque prolonga su belleza con añeja alquimia, es su alma la que reclama descanso. Duelo que duele en cada triunfo de la razón sobre el mito. Presta atención: un caballero osado ha traspuesto la barrera de agujas. Este día ha encontrado agotada a la bestia. Es su momento, y con discreta sonrisa ofrece abierto el pecho al victorioso. Cae muerta ante el atónito y anodino caballero de hierro. Incredulidad y tensión al momento de la hazaña. Danza que no dio muestra de su antaña lozanía. Se hace el silencio.

Primero cauto, luego presto, camina libre hacia la cámara. El portón se abre y queda al descubierto el tálamo. La joven durmiente permanece inmutable a la visita. Aguarda. Él se aproxima al encuentro añorado. La observa embelesado por su fresca silueta cuya laxitud la hace más apetecible. ¡Oh, aquellos delineados labios sellados y ausentes! La caricia se da lascivia. Todo queda suspenso. Las hojas, las hierbas, el viento, pasan sin ella. ¡El beso no ha despertado a la princesa! El hechizo sobrevive a su conjuro.

Conjuro invocado en plena fiesta cuando la doncella era mostrada al vulgo en plenitud de sus encantos. La hechicera se despliega de su incógnito y en atención a su experiencia prorrumpe:

“¡¡Qué se resguarde el sueño juvenil!! ¡Que quede sin tacha la criatura en profundo sueño! Hasta que el beso de “amor verdadero” haga el encantamiento de acrecentar los tesoros.”

La hechicera sabía de sus efectos. ¡Qué sólo en sueños se habrían de acrecentar los tesoros!

Ahora que la bestia ha desaparecido, las espinas ganan terreno en el baldío y las criaturas de los alrededores continúan su sino. En palacio, nueva algarabía de cantos y risas infantiles porque en  la alcoba se acumulan los críos que curiosos juguetean con la madre durmiente.

Cristal Estrella Villavicencio Salgado

 


“Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”


 

ALEJANDRA MENESES REYES

ALEJANDRA MENESES REYES

Alejandra Meneses Reyes es Profesional en Filosofía de la Universidad del Rosario en Bogotá, Colombia. Realizó una MA en Medios y Cultura con énfasis en Estudios Cinematográficos en la Universidad de Amsterdam, Holanda, durante la cual enfocó su trabajo en el análisis de cine documental colombiano y su relación en torno a la construcción de memorias colectivas alternativas del conflicto armado.

Trabajó como coordinadora de prácticas culturales del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural en Bogotá. Uno de los instrumentos principales del área que coordinó (Fomento a las prácticas culturales) era la investigación en colaboración con la ciudadanía  en los procesos de identificación, resignificación y valoración del patrimonio de la ciudad y la puesta en práctica de esos procesos a través de lenguajes audiovisuales (cine documental, lenguajes performáticos, documental extendido, entre otros).

Trabajó en la Facultad de Comunicación de la Universidad Santo Tomás, como docente de Documental Audiovisual, Metodologías de Investigación, Fotografía y Memoria y Comunicación en América Latina. Actualmente es docente de Cartografías Culturales e Interculturalidad Comunicativa en la maestría en Comunicación, desarrollo y cambio social de la Uniminuto. Asimismo, está a cargo del semillero de investigación Comunicación y política: acciones audaces para la paz, en la Universidad Externado de Colombia, semillero a modo de laboratorio en el que los estudiantes analizan lo que es un conflicto y sus diversas facetas, y ponen a prueba su espontaneidad en la calle en pro de la construcción de estrategias comunicativas audaces (atrevidas, arriesgadas, resolutivas) para la construcción de escenarios de paz.

Alejandra trabaja actualmente en proyectos diversos de fotografía contemporánea y documental, así como en otros proyectos en torno a las artes, otras narrativas y humanidades.

Tutora de:
CINE DOCUMENTAL Y MEMORIAS EN CONFLICTO, seminario online



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XIMENA MONROY

XIMENA MONROY

Es videasta, bailarina, gestora y curadora. Egresada Magna Cum Laude en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) con la tesis “Producción del video Bajo Buenos Aires. El documental testimonial histórico y su función de preservación de la herencia cultural.” Actualmente cursa la Maestría en Historia del Arte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con una tesis sobre teoría de videodanza. Fundó y dirige desde el 2008, Agite y Sirva ·

Festival Itinerante de Videodanza en México. Su formación en videodanza incluye seminarios con Silvina Szperling (Argentina), Alexandre Veras (Brasil), Allen Kaeja (Canadá) y Douglas Rosenberg (EUA). Su videografía en colaboración incluye (bis) (2007), frontera danza (2008), subte (2008), El intervalo (2009), Las tunas (2011), Once upon a time… (2015) y Si es necesario es preciso flotar (2015), videodanzas seleccionadas y premiadas en muestras y festivales en Argentina, México, Brasil, Estados Unidos, España, Portugal y China. En 2011 fue invitada a participar en la Residencia de Creación del 10º Festival Danzalborde en Valparaíso, Chile y en el Laboratorio de Desarrollo de Proyectos del Festival Internacional VideoDanzaBA y la Fundación TyPA en Buenos Aires. En 2012 fue beneficiaria del FONCA- CONACYT (México) para realizar una Residencia Artística en Espai Erre, Barcelona, España. Se ha desempeñado en gestión y curaduría de videodanza desde 2006. De 2006 a 2008 trabajó en el Festival de Videodanza de Buenos Aires. Co-dirigió la 1ª Muestra Itinerante VideoDanzaBA México 2008, que visitó 15 sedes en 6 ciudades mexicanas. En 2008 fundó junto con Marianna Garcés, el Festival Agite y Sirva en México, el cual dirige desde entonces, realizando la gestión y curaduría en colaboración con Paulina Ruiz Carballido. Este festival se ha presentando en más de una ocasión en 22 ciudades en México, 23 en Latinoamérica y Norteamérica, y 11 en Europa, alcanzando un público directo de cerca de 40,000 personas. En junio de 2011, junto con Paola De la Concha gestionó el IV Foro Latinoamericano de Videodanza en el marco del Festival Agite y Sirva en Puebla y Ciudad de México, con la participación de 25 invitados nacionales e internacionales. El mismo año fue seleccionada por la Fundación Colección Jumex para cursar el taller Promoción, Mercadotecnia, Curaduría y Liderazgo en los Museos dictado por Circe Henestrosa.

Ha impartido ponencias, conferencias y laboratorios de creación y análisis en México, Colombia, Argentina, Suecia, Alemania, España y Canadá. Sus ensayos se han publicado en los libros Estudios sobre Danza en la Universidad de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Uruguay, y Arte del cuerpo digital: nuevas tecnologías y estéticas contemporáneas de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Ha sido curadora y jurado de videodanza del Festival FIVER de España, el SurReal- PLATAFORMA Berlín, el En Route Festival de Estados Unidos y el 13 Festival Danzalborde de Chile. Realizó la curaduría de la exposición Retrospectiva Agite y Sirva 2008-2015 en el Centro Cultural de España en México. En 2015-2016 fue artista invitada del Chicken Bank Collective México-Estados Unidos. Ha sido beneficiaria del PECDA Puebla, el FONCA-CONACYT, el Programa IBERESCENA, el y el PADID. Co-dirige al lado de Paulina Ruiz Carballido la publicación «La Creación Híbrida en Videodanza», primera compilación impresa en México de ensayos, textos y material fotográfico sobre este campo artístico en 5 volúmenes, la cual reúne investigaciones recientes de artistas de los continentes americano y europeo. Esta publicación es coordinada por el Festival Itinerante de Videodanza Agite y Sirva, en colaboración con Editorial UDLAP. Co-organiza con Paulina Ruiz Carballido la primera Residencia Internacional de Videodanza “Comunidades Híbridas” (2015) en el Centro de las

Artes de San Agustín Etla Oaxaca, México. Desde abril del 2016, funge como vocal de artes escénicas del Consejo de Planeación y Evaluación para el Encuentro de Artes Electrónicas y Video Transitio_MX, del Centro Multimedia – Centro Nacional de las Artes.

Tutor de:
VIDEODANZA: CREACIÓN Y CONCEPTUALIZACIÓN, seminario online

www.agiteysirva.com



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