LA COMUNIDAD IMPOSIBLE ES POSIBLE

Una mañana, en la que no tenía ningún plan, no conocía de agendas, ni tenia compromisos importantes, desperté con la noticia de que nos mudaríamos de casa. Mi zona de juegos se transformaría en un amplio terreno en el que tendría vecinos muy alejados de casa.

Mamá me pidió revisar si no olvidaba algo importante, ya que no volveríamos. Con el tiempo comprendí que me iría a vivir no sólo a una nueva casa sino que comenzaría a vivir y conocer una nueva comunidad. Esta comunidad tendría características diferentes a la antigua comunidad en la que me desempeñaba, de hecho era una comunidad que aún estaba por construirse, no tenía rasgos generales y las personas vendrían a vivir poco a poco.

Hoy en día esa colonia, que antes estaba casi inhóspita, contiene cientos de habitantes y puede decirse que ya tiene características específicas que al mismo tiempo forman parte de mi identidad.

De acuerdo a José Luis Brea, “lo común se construye” y es por medio de la comunicación que nos vamos edificando poco a poco, después de diálogos, juntas, reuniones y algunos chismes de colonia, las comunidades terminan por tener una identidad propia e identidades individuales que las conforman.

También nos encontramos con comunidades falseadas que, aunque parecen perfectamente conformadas, no son capaces de tener comunicación y sólo son la representación de otra comunidad. Un mundo regido por el capitalismo salvaje en el que accedes a tiendas virtuales, compras con dinero virtual, o permaneces invisible. Plataformas aparentemente libres pero que encarcelan con el uso masivo de información personal que se transforman en un número más de alguna chequera capitalista.

De acuerdo a Platón, en su diálogo “La caverna” todo lo que vivimos es una sombra una representación de lo real. En las comunidades digitales pasa exactamente lo mismo. Tenemos una representación de la realidad pero que al mismo tiempo conforman una “nueva realidad”.

Esta nueva comunidad busca hacer una comunidad de todo el mundo, por primera vez en la historia nos encontramos ante una colectividad en la que la palabra de cualquier persona puede tener ecos ecuménicos. Pareciera que llegamos a la comunidad utópica en la que la democracia, y decir todo cuanto queremos decir, es posible. Parecíamos tener lo que dice Brea: “Una nueva estrategia de resistencia de lucha, de resistencia”. La existencia de la nueva comunidad virtual se rige por la imagen y el movimiento, de la misma forma que de la presencia y la participación, estos compuestos que le dan vida el uno al otro son las características de la nueva comunidad virtual, dichos componentes le dan identidad a una comunidad. De igual forma, la identidad de los individuos pasa a convertirse en un biocuerpo con nuevas formas de comunicación que no son del todo orales.

Y con todo lo anterior, era obvio que también las comunidades artísticas cambiarían, por ejemplo la forma de hacer arte como el oficio de criticarla ha cambiado. Antes de la segunda mitad del S. XX se criticaba al objeto en sí, actualmente se critica a los dispositivos sociales que dan valor al arte: “Ahora se trata de evaluar las efectivas posibilidades de utilización táctica de una herramienta que está ahí alterando el perfil de nuestro mundo y nuestras posibilidades de actuación en él. Los new media, e internet en particular, no son otra cosa que operativos de comunicación eficacísimos: tanto al servicio de los intereses de homologación cultural que conlleva la expansión imperialista de los modelos dominantes contra el servicio, desde el otro lado, en las estrategias de resistencia de afirmación de lo diferencial”.

La gran ventaja de las instituciones artísticas virtuales frente a las instituciones tácitas es la gran megalización de ellas ya que un mayor número de personas pueden visitarla sin depender de las medidas y capacidades exactas de un recinto cualquiera. La nueva unidad de arte ya no es el anuncio o el mensaje, sino la website.

La megalización es tanto su mayor virtud como problema ya que al expandir la capacidad de personas el ruido es mayor impidiendo que muchas voces sean escuchadas y falseando una comunidad entera.Hay una sobrepoblación y saturación de información que desvían al “visitante” de los fines adecuados. Además de que no se cuenta con portales propios sino con un administrador de los mismos, de tal forma que limitan la expresión original y someten a la visibilización.

En conclusión, no tendríamos una identidad específica sino más bien una producción simbólica de la identidad de dicha comunidad y de las obras artísticas. El artista se vuelve un productor que une a las grandes máquinas productoras de identidad, que poco a poco están muriendo.  Con ello nos acercamos día a día a la comunidad imposible, a aquella comunidad que no tiene comunidad, en la que no hay sujetos ni individuos más que la experiencia compartida de su propia incompletud. Así como cuando yo era niña y me cambie de casa a una comunidad que aún no existía y que estaba por conformarse. La nueva comunidad virtual no es más que un sujeto en completa transformación que es todas las identidades y al mismo tiempo ninguna.

Aline Márquez