BLOQUES Y MOVIMIENTOS ARTÍSTICOS LOCALES Y REGIONALES FRENTE A LAS DINÁMICAS GLOBALES

Una de las primeras tareas que Néstor García Canclini lleva a cabo en su texto El poder de las imágenes. Diez preguntas sobre su redistribución internacional es desmontar la oposición aparente entre países colonizadores y países colonizados, que parece aún ser el fundamento de términos como colonialismo e imperialismo. Los contrastes que distinguen a algunos países de otros ya no responden solamente a las dinámicas de conquista y colonización: resulta mucho más provechoso interpretar estas condiciones desiguales en la economía y en el desarrollo sociocultural como consecuencias de las contradicciones del mundo actual.

De manera análoga, la aparente contradicción entre propuestas artísticas regionales y las dictadas por instituciones y medios mal llamados hegemónicos no basta para comprender y matizar los intercambios interculturales en el arte actual, así como no basta entenderlos solamente a partir de los términos «local” o «global”.

Pese a que los conquistadores y los gestores del nacionalismo jugaron un papel crucial en las primeras etapas de la evolución de los museos, teatralizando las culturas nacionales y ritualizando la historia de los pueblos a través de una versión abreviada de su pasado, actualmente existen artistas e instituciones que se involucran en conversaciones globales sin desvincularse de sus contextos locales ni utilizarlos como bandera de exotismo. Así, sus propuestas no se centran en distinguir lo propio de lo extraño, sino en exploraciones y búsquedas que pueden o no estar vinculadas con las desigualdades que aún aquejan a sus países de origen.

Aunque entender el contexto histórico, cultural y nacional en el que un artista crea es vital para acercarse a su obra, por fortuna es insuficiente para explicar de forma integral su arte o para entender a fondo sus intenciones, aproximaciones y estrategias. Así, resulta vano identificar a los artistas como representantes de sus culturas nacionales, como se hacía aún hace algunas décadas y se sigue haciendo con los artistas de países no aventajados que participan en ferias o bienales internacionales. En su conferencia «Geopolítica del arte y estéticas interculturales”, Canclini menciona como ejemplo el caso de críticos que encuentran en la obra de Gabriel Orozco «alusiones al trauma de la conquista” o «recuperación y reciclaje” de situaciones que surgen de «la experiencia vivida por las sociedades latinoamericanas”. Canclini prefiere la propuesta que encuentra que las obras de Orozco tienen resonancias de las antiguas culturas mexicanas, pero las niegan tan explícitamente como las sugieren.

El balance entre el consumo de bienes artísticos y culturales producidos por los países más aventajados y el consumo de bienes artísticos locales está lejos de ser dictado únicamente por estas potencias. Canclini expone cómo los países que cuentan con recursos más avanzados de producción audiovisual y mayor capacidad de participar en el mercado no concentran estos procesos de producción dentro de sus fronteras, sino que buscan en otras latitudes el trabajo requerido a precio menor, con ayuda de subsidios y políticas proteccionistas. Incluso las propuestas que buscan contrarrestar la fuerza de los discursos que se extienden de esta manera en muchas ocasiones recurren a la coproducción transnacional para poder competir. A la par, las ferias y bienales que actúan como centros de valoración del arte se multiplican fuera de las antiguas capitales artísticas, y las galerías y casas de subastas que concentran gran parte del mercado internacional abren sucursales en todos los continentes, mientras las ventas y el consumo de información en línea suceden de forma simultánea sin barreras nacionales.

Ante este panorama, han surgido bloques regionales que buscan formar alianzas entre países con características similares, como la Unión Europea o Iberoamérica, para fortalecer en conjunto la producción cultural de su región.

Así, pese que el panorama actual plantea grandes desafíos a los alcances y el reconocimiento que puedan obtener los movimientos artísticos locales y regionales, y pese a que las desigualdades que los colocan en desventaja frente a las narrativas producidas por los países que concentran los recursos y las políticas de producción aún son muy evidentes, estas propuestas locales no están de ninguna manera en desaparición. No podemos hablar de una homogeneización que ocurra de forma inevitable debido a los procesos de globalización. Las diferencias nacionales persisten no solo a pesar de las asimetrías, sino en muchos casos gracias a ellas. Así, sostiene Canclini, en Europa y Latinoamérica gran parte de la producción artística dialoga con la tradición nacional y circula mayoritariamente dentro del país. Afortunadamente no se puede hablar de hegemonía cultural sin matices, pero tampoco optar por una vuelta al arte nacionalista; no podemos afirmar que estemos sometidos a una dominación inevitable de los países hegemónicos, pero tampoco que ya hayamos alcanzado la participación equitativa de todos los actores locales, nacionales y regionales en las redes globales del arte. Es necesario entender lo que sucede no solamente a partir de los términos local y global, sino a partir del resto de las escalas y los poderes políticos y económicos que articulan los intercambios y las relaciones del arte en la actualidad.

Elizabeth G. Frías/ México